jueves, 29 de octubre de 2015

Una apuesta por los clásicos en la ACEC Barcelona: néctar y ambrosía

Santiago Montobbio y María García Esperón: una apuesta por los clásicos


Fotos: Anna Xalabarder

La iniciativa que tuvo su origen a principios de este año 2015, a raíz de la publicación de mi libro Dido para Eneas (Ediciones El Naranjo) y que me llevó en mayo a la Librería Juan Rulfo del FCE de Madrid y en septiembre al Centro Cultural Gabriel García Márquez de Bogotá, gracias a la invitación del poeta Santiago Montobbio se ha presentado en la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, el 22 de octubre de 2015.

Anabel Sáiz Ripoll

En esta ocasión, una conjunción muy significativa ocurrió en los espacios de la ACEC: un poeta de primerísima magnitud como Santiago Montobbio, en cuya literatura se revela la claridad y sacralidad del mundo clásico; una escritora y especialista en literatura infantil y juvenil como Anabel Sáiz Ripoll que comprende como pocos la pertinencia de los clásicos en los libros que dirigimos a niños y jóvenes; y la propuesta que desde 2004, con la publicación de mi primer libro, El disco del tiempo, he venido construyendo en torno a los temas de la antigüedad grecorromana.


Los ahí reunidos pudimos no solamente compartir el entusiasmo por los clásicos y el gusto por encontrarnos y conocernos personalmente, sino comprender y valorar la importancia de este hecho cultural que fundió en el mismo oro de esa tarde los mejores anhelos de nuestras dos orillas: América y Europa a través de las palabras que dijimos los tres desde cada una de nuestras trincheras pueden contemplarse como una unidad de valores y aspiraciones, de construcciones y esperanzas en esta plural Barcelona en la que, como expresó Santiago Montobbio, quien esto escribe, al igual que Don Quijote, miró el Mediterráneo por primera vez.


El Mar Nuestro de los descubrimientos y afanes, de los encuentros, de los reencuentros. Visto por mí a través de los ojos de Don Quijote, de Santiago Montobbio, de Anna Xalabarder, de las personas que acudieron esa tarde a la cita con los clásicos y con quienes disfrutamos, inmortales en el instante, el néctar de los poemas y la ambrosía de la amistad.

Con Anna Xalabarder, para esta foto, frente a la lente